martes, 19 de mayo de 2009

El Arte de Escribir y la Evolución del Humano

Escribir es como plasmar parte del Espíritu en un trozo de papel... trozo de papel que deja de serlo al momento en que el lápiz comienza a rasgar sobre él, dejando hálitos de vida, restos de memorias o ideas vagas, que se terminan transformando en grandes Best-sellers, en autobiografías o simplemente en escritos superfluos que son capaces de contener al ser del autor que se da el lujo de iniciar una verdadera metamorfosis en aquella hoja tan común antes. Es entonces cuando una verdadera parte del Espíritu sale al mundo y deja testimonio, inmiscuyéndose en cada lector que es capaz de manipularlo, de entenderlo, de asimilarlo; formándose una verdadera cadena histórica a través de la opinión, una línea que jamás se ha roto, desde que nuestros ancestros tomaron un papiro, una tabla, madera o metal y marcaron en él haciéndolo tal cual testimonio de sus vivencias, dejando también parte de su ser a los demás, quienes lo tomaron y luego, escribieron repitiendo retazos de aquel escrito aún si querer hacerlo, aún sin querer mencionarlo, pero no pudiendo negar que ese vestigio ha formado parte de su ser. Así es como se forman las personas: Su vida y espíritu es evidencia de cada ser humano que se ha dedicado a transmitir, quizá no públicamente, aquella parte de su ente durante años. No es necesario que el lector saque a relucir algún manuscrito importante, pero solo vale su palabra hacia otro asiduo a las letras para que le otorgue parte de él y lograr que aquella cadena jamás se rompa.
Miles de vidas y memorias se mezclan en nuestro pensamiento y espíritu, a las que se le agregan las nuestras propias, de forma subjetiva, creándonos y haciéndonos existir en este mundo, ser parte de la historia de la humanidad, quizá no tan oficial ni objetiva, pero si cultora de la existencia de la persona y no del ser humano.
El que nunca lee, nunca crece y se mantiene al margen de esta cadena infinita, solo logran ser humanos menores de edad que oyen a otros y se cubren de opiniones ajenas, pero que no son capaces de formarse a sí mismos, de agregar su propio matiz al mundo. Es por ello que se oyen tan vacíos cuando se expresan, porque en el fondo jamás se muestran como son realmente, sino que se dejan llevan por convicciones ajenas: Finalmente, son uno más del montón. Y es por eso que el lector sobresale, pues son receptores de seres ajenos y los juzgan, lo discuten, lo comparten, dándoles un matiz único en su especie, el ingrediente de sus palabras y existencia, transformándolo en aquella palabra tan compleja llamada Opinión, porque el que posee opinión es lector, el que es lector es único, el que es único es creador... Y el que crea es historia viviente, huella fresca de los años, señor de las ideas, mentor de nuevos mundos, ser en el espacio y tiempo de la existencia eterna del humano, el humano que al fin evoluciona a persona.