sábado, 26 de marzo de 2011

(...)


-¿Por qué ya no me tocas?
-Porque no tengo tiempo, me siento asediada...
-¿Es que acaso ya no me amas?
-Siempre te he amado, es por ello que sigues a mi lado, solo que...
-¿Por qué ya no me tocas?
-Es el tiempo, en serio. Te amo y quiero tocarte, pero no puedo, no puedo extenderme tanto.
-Entonces, ¿Así tan fácilmente reniegas de mi? ¿Es que apenas entrando a ese lugar te olvidas de mi como si nada? Ya no me amas, ni me observas, solo sabes que estoy y estaré siempre para ti. Esa es la seguridad que tienes para alejarte, el saber que jamás te dejaré por voluntad propia, de que no te abandonaré. ¡Pero tú me abandonas! ¿Cómo he de sentirme?
-Lo siento, pero pronto llegará el momento en que pasemos un rato a solas y te oiga como es debido...
-El tiempo siempre ha estado y tú no lo has aprovechado. ¡Por eso los demás te abandonan! ¡Porque los dejas con la seguridad de que ellos te seguirán! Y sigues y sigues como si nada, caminas sin mirar atrás, sin volverlos a ver. ¡Te alejas! No todos te seguirán, no como yo que siempre estaré ahí esperándote, porque tú me hiciste grande en un instante, en un suspiro y ahora me dejas... me dejas que vuelva a ser un objeto, que pierda el sentido de ser...
-¡No digas eso! Yo te amo y para mi sigues teniendo un lugar muy importante en mi vida, no eres tan solo un objeto, eres muy especial...
-¡Maldita sea! ¡¿Por qué ya no me tocas!? ¡Repárame y tócame! ¡Haz que vuelva a sentirme útil en tu penosa vida! Porque solo así la mía volverá a tener sentido...

Entonces, creo que aquel violín ha tenido por mucho tiempo la cuerda cortada...