viernes, 20 de abril de 2012

Vida

Quiero que pase algo interesante en mi vida, porque ya estoy aburrida, muy aburrida de esto.

sábado, 27 de agosto de 2011

Dualidad


¿Llueve?
*A cántaros...*
Pero yo veo a través de la ventana, es un día completamente soleado. No te comprendo, no llueve.
*Está frío, está lloviendo y me estoy empapando...*
No puede ser, se acerca la primavera, hace calor...
*El invierno aquí se ha prolongado durante años, ¿Acaso no me crees?*
Eso es imposible.
*Me estoy empapando y pescaré un resfriado. ¿Contenta? No sé cuánto más me tendrás esperando bajo la lluvia.*
Yo... Sí, tienes razón, creo que está lloviendo; pero nada puedo hacer, en serio, es imposible.
*¡Ya basta! Estoy aburrida de estar aquí, esperando como una idiota. ¡Haz algo! ¡HAZ ALGO AHORA!*


jueves, 16 de junio de 2011

Y digo que soy feliz

Algo me sucede. Me siento tan ahogada con mi vida, que a veces tengo la necesidad de llorar. Pero no lo hago, pues aborrezco llorar, el sentir lástima de mí misma y verme en ese estado miserable que me causa. Y me pregunto, ¿Es que acaso ya no estoy en aquél estado? Siento que mi vida va hacia ningún lado, no tengo rumbo fijo, hago lo que hago con la pretensión de volver a encontrarme, de dejar de sentir esta asquerosa sensación, pero me es imposible.

A veces me odio. Es un asco que siento hacia mi persona, mis actitudes, mi forma de ser. Cambiar no es tan fácil y si lo hago, dejo de ser yo... ¿El yo qué tanto odio? Normalmente me pregunto si la aberración que tanto siento por mí es la que canalizo como propia siendo que vienen de otras personas, de la gente que me detesta en verdad. Son muchos y, en cierta medida, los comprendo. En verdad, siempre me odio.

No sé qué más hacer. Me siento desesperada, es una sensación de apremio que me acompaña todos los días, desde que abro mis ojos a una madrugada de invierno hasta el último minuto de consciencia de la noche. Ni siquiera sé si en verdad deseo morir.

Es el vacío, es la nada de vivir esta existencia. Es nostalgia, lástima, compasión. Tristeza, abandono... ira, remordimiento. Y digo que soy feliz. Creo que por eso me odio.

sábado, 26 de marzo de 2011

(...)


-¿Por qué ya no me tocas?
-Porque no tengo tiempo, me siento asediada...
-¿Es que acaso ya no me amas?
-Siempre te he amado, es por ello que sigues a mi lado, solo que...
-¿Por qué ya no me tocas?
-Es el tiempo, en serio. Te amo y quiero tocarte, pero no puedo, no puedo extenderme tanto.
-Entonces, ¿Así tan fácilmente reniegas de mi? ¿Es que apenas entrando a ese lugar te olvidas de mi como si nada? Ya no me amas, ni me observas, solo sabes que estoy y estaré siempre para ti. Esa es la seguridad que tienes para alejarte, el saber que jamás te dejaré por voluntad propia, de que no te abandonaré. ¡Pero tú me abandonas! ¿Cómo he de sentirme?
-Lo siento, pero pronto llegará el momento en que pasemos un rato a solas y te oiga como es debido...
-El tiempo siempre ha estado y tú no lo has aprovechado. ¡Por eso los demás te abandonan! ¡Porque los dejas con la seguridad de que ellos te seguirán! Y sigues y sigues como si nada, caminas sin mirar atrás, sin volverlos a ver. ¡Te alejas! No todos te seguirán, no como yo que siempre estaré ahí esperándote, porque tú me hiciste grande en un instante, en un suspiro y ahora me dejas... me dejas que vuelva a ser un objeto, que pierda el sentido de ser...
-¡No digas eso! Yo te amo y para mi sigues teniendo un lugar muy importante en mi vida, no eres tan solo un objeto, eres muy especial...
-¡Maldita sea! ¡¿Por qué ya no me tocas!? ¡Repárame y tócame! ¡Haz que vuelva a sentirme útil en tu penosa vida! Porque solo así la mía volverá a tener sentido...

Entonces, creo que aquel violín ha tenido por mucho tiempo la cuerda cortada...

martes, 21 de diciembre de 2010

Ellos

Yo siempre les respondo, siempre me preocupo y me doy cuenta de que no sirve en absoluto, me doy cuenta de que mi elección no fue acertada, que escogí lo más dañino: te roban, viven de ti y se marchan. Así es siempre y siempre me ocurre.

Hay que aislarse, hay que ser superficial. No te encariñes, no sientas nada por nadie, no sirve, ¿Acaso crees que ellos sienten algo por ti? No, que ilusa eres.
Guarda silencio y lamentalo... después de todo, el hombre nace solo y muere solo.

Y no serás la excepción.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Curiosidades.

Caminando por Ahumada, hoy me encontré con un viejo conocido al cual no veía desde enseñanza básica. Bien parecido, elegante, risueño como siempre y vestido con las ropas más caras del mercado.

-¡Tanto tiempo!-me sonrió de buena gana y me abrazó efusivamente.
-¡Años!-le respondí sin más, correspondiéndole el gesto amistoso.- ¿Cómo te ha ido?
-¡Magnífico! Verás, solo ando de vacaciones acá en Chile y tuve suerte de verte porque mañana vuelvo a Europa.
-¿A Europa? Oh, si que has triunfado joven; a una que todavía le faltan como siete años de estudio para poder ser profesional... pfff.
-Ahhh, bueno, la suerte de cada uno.
-Pensar que siempre he querido salir del país, ¡Siento envidia de ti!

Rió suave y me tomó un hombro ligeramente para luego preguntarme:

-¿Y qué estudias?
-Derecho en la Universidad de Chile.
-¡Ahhh! Ahí vas a tener plata segura en unos años; demás que me vas a visitar a Madrid después.
-Demás... Y, ¿En qué trabajas que te ha ido tan bien siendo tan joven?

Me vio algo desconfiado al principio y luego rió nerviosamente.

-Te diré un secreto...-se acercó un poco más a mi lado y susurró, mientras miraba a la gente con gesto sospechoso- Soy lanza internacional... te juro que esa weá es la mano.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Hola, ¿Me recuerdas?

-Y, ¿Cómo te ha ido?

Primeras palabras que él le dirigía y, a pesar de ello, estaban cargadas de familiaridad. Sonrió afablemente y decidió contestarle de igual manera:

-Bien, bien. Un gusto conocerte; y a ti, ¿Cómo te va?

-Bien, gracias-curvó sus labios calidamente, como si le conociera ya de tantos años.

"Que confiado es" No pudo evitar pensar mientras se dedicaba a observarle el rostro, analizando cada detalle de él y, después de todo, le resultó particularmente conocido, ¿De dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? "Quizá en una vida pasada... vaya, no, que tonterías" Comenzó a reírse suavemente de aquello, provocando que el chico le viera extrañado:

-¿Acaso te ríes de mí? O... ¿Te avergüenzo?-murmuró suspicaz.

-¿Avergonzarme? Para nada, trato todo el día con gente diferente, después de todo trabajo en una florería. ¿Por qué habrías de avergonzarme?

-Bueno, tú sabes, a lo mejor nadie viene y te pregunta "como estás", ¿O no?

-Para que sepas, existen varios clientes que son bastante corteses al momento de dirigirse a mí, no eres único. ¿No estarás pecando de egolatría?

-Mmmm, quien sabe-se encogió de hombros, misterioso.

-Bueno, señor “Adorable”, ¿En qué puedo ayudarte? Verás que aún hay más clientes por atender-le instó de manera amable y graciosa para que se apresurara un poco.

-¡Ah! Disculpa, veo que la tienda está atiborrada de gente, no quise entorpecer las múltiples ventas-contestó irónico luego de ver a su alrededor y constatar que no había nadie más excepto él. Escuchó un débil suspiro de resignación- Bien, quiero rosas azules, un ramo de ellas, enorme y hermoso…

-Ok, muy bien.

Se acercó a un sector y se agachó para tomar las delicadas flores con sumo cuidado atendiendo al pedido del joven, quien le veía con cierta melancolía. “Él es extraño” Le vio de reojo y comprobó que no le quitaba la vista de encima “Oh, rayos, que cliente más raro… pero creo que le he visto antes. ¿De dónde le conoceré?”

Se alzó y luego se acercó al mesón para terminar de armar el ramo, el cual se formó por unas 40 rosas de color azulado.

-Son preciosas las rosas azules, ¿No crees?- comentó él mientras veía el ramo que le era tendido.

-Lo son, a mi particularmente me gustan, a pesar de que no sean naturales. –suspiró mientras él le pagaba.

-Tienes un muy buen gusto… -se le quedó viendo, distraído y quizá algo triste, hasta mucho tiempo después de haber recibido el cambio.

“Pero, ¿Qué le sucede? ¡Jé! Extraño…”

-Hey, disculpa… ¿Te sientes bien?-le preguntó al rato, luego de notar que no había reacción en él, algo que ya le estaba incomodando.

-Pues claro, me encantas, he de sentirme bien- se le acercó unos pasos hasta quedar muy cerca y, de pronto, le acarició la mejilla con suavidad- Tanto tiempo…

No fue capaz de reaccionar, por lo que simplemente le quedó mirando con una ceja levantada. “Tanto tiempo… ¿Tanto tiempo de qué?... Pero…” Sus pensamientos se detuvieron al momento que fue capaz de percibir su perfume “Madera… madera fresca, ¿Quién es él?” Mil preguntas se arremolinaron en su cabeza, las que fueron cortadas de impulso cuando el joven volvió a llamar su atención:

-Ten, estas rosas son para ti-habló con voz temblorosa y le entregó el ramo sonriendo vagamente, triste- Ojalá que me recuerdes cuando nos volvamos a ver.

-Pu… pues… muchas gracias-no fue capaz de decir más porque su nerviosismo se lo impidió y solo se dedicó a abrazar a las rosas con fuerza, mientras veía como él se alejaba y salía de la tienda con las manos en los bolsillos y con la cabeza gacha.

***

-¿Cómo te fue?-su amigo le preguntó apenas llegando a su lado, mientras fumaba tranquilamente.

-No me recuerda… no tiene idea de nada, no sabe de mí-contestó con voz quebrada, conteniendo las lágrimas- Aún le sigo amando, no sabes cuánto... Después de tres años.

-Ya, relájate, las cosas por algo suceden-le dio una palmada en el hombro a modo de apoyo- Además fue tu decisión alejarte luego del accidente, debes aceptar las consecuencias…

-Lo sé, pero es muy difícil. Por mi culpa sucedió esto, y no quería que me incriminara, no quería que se alejara al saber que yo fui el culpable de aquellas heridas que sufrió en aquella maldita avenida. No quería que me mirara con recelo, por eso… por eso decidí irme cuando supe que ya no me recordaría y solo creería que fue un extraño el que provocó el accidente. Fue por su bien… Dime, ¿Qué habrías hecho tú si provocas un accidente en el que tu novia sale tremendamente herida, todo por tu culpa? ¿No habrías hecho lo mismo?

-No lo sé-le respondió en voz baja-Nadie sabe como actuará bajo presión.

Se quedaron en silencio un rato, ambos viendo la florería fijamente en aquella tarde de invierno.

-Oye, ven. ¿Por qué no vamos a Starbucks? ¡Será relajante!

-Claro, vamos-miró por última vez aquella tienda, vislumbrando a través de los cristales a la persona que alguna vez, hace ya mucho tiempo, le recordó para su cumpleaños.