sábado, 27 de agosto de 2011

Dualidad


¿Llueve?
*A cántaros...*
Pero yo veo a través de la ventana, es un día completamente soleado. No te comprendo, no llueve.
*Está frío, está lloviendo y me estoy empapando...*
No puede ser, se acerca la primavera, hace calor...
*El invierno aquí se ha prolongado durante años, ¿Acaso no me crees?*
Eso es imposible.
*Me estoy empapando y pescaré un resfriado. ¿Contenta? No sé cuánto más me tendrás esperando bajo la lluvia.*
Yo... Sí, tienes razón, creo que está lloviendo; pero nada puedo hacer, en serio, es imposible.
*¡Ya basta! Estoy aburrida de estar aquí, esperando como una idiota. ¡Haz algo! ¡HAZ ALGO AHORA!*


jueves, 16 de junio de 2011

Y digo que soy feliz

Algo me sucede. Me siento tan ahogada con mi vida, que a veces tengo la necesidad de llorar. Pero no lo hago, pues aborrezco llorar, el sentir lástima de mí misma y verme en ese estado miserable que me causa. Y me pregunto, ¿Es que acaso ya no estoy en aquél estado? Siento que mi vida va hacia ningún lado, no tengo rumbo fijo, hago lo que hago con la pretensión de volver a encontrarme, de dejar de sentir esta asquerosa sensación, pero me es imposible.

A veces me odio. Es un asco que siento hacia mi persona, mis actitudes, mi forma de ser. Cambiar no es tan fácil y si lo hago, dejo de ser yo... ¿El yo qué tanto odio? Normalmente me pregunto si la aberración que tanto siento por mí es la que canalizo como propia siendo que vienen de otras personas, de la gente que me detesta en verdad. Son muchos y, en cierta medida, los comprendo. En verdad, siempre me odio.

No sé qué más hacer. Me siento desesperada, es una sensación de apremio que me acompaña todos los días, desde que abro mis ojos a una madrugada de invierno hasta el último minuto de consciencia de la noche. Ni siquiera sé si en verdad deseo morir.

Es el vacío, es la nada de vivir esta existencia. Es nostalgia, lástima, compasión. Tristeza, abandono... ira, remordimiento. Y digo que soy feliz. Creo que por eso me odio.

sábado, 26 de marzo de 2011

(...)


-¿Por qué ya no me tocas?
-Porque no tengo tiempo, me siento asediada...
-¿Es que acaso ya no me amas?
-Siempre te he amado, es por ello que sigues a mi lado, solo que...
-¿Por qué ya no me tocas?
-Es el tiempo, en serio. Te amo y quiero tocarte, pero no puedo, no puedo extenderme tanto.
-Entonces, ¿Así tan fácilmente reniegas de mi? ¿Es que apenas entrando a ese lugar te olvidas de mi como si nada? Ya no me amas, ni me observas, solo sabes que estoy y estaré siempre para ti. Esa es la seguridad que tienes para alejarte, el saber que jamás te dejaré por voluntad propia, de que no te abandonaré. ¡Pero tú me abandonas! ¿Cómo he de sentirme?
-Lo siento, pero pronto llegará el momento en que pasemos un rato a solas y te oiga como es debido...
-El tiempo siempre ha estado y tú no lo has aprovechado. ¡Por eso los demás te abandonan! ¡Porque los dejas con la seguridad de que ellos te seguirán! Y sigues y sigues como si nada, caminas sin mirar atrás, sin volverlos a ver. ¡Te alejas! No todos te seguirán, no como yo que siempre estaré ahí esperándote, porque tú me hiciste grande en un instante, en un suspiro y ahora me dejas... me dejas que vuelva a ser un objeto, que pierda el sentido de ser...
-¡No digas eso! Yo te amo y para mi sigues teniendo un lugar muy importante en mi vida, no eres tan solo un objeto, eres muy especial...
-¡Maldita sea! ¡¿Por qué ya no me tocas!? ¡Repárame y tócame! ¡Haz que vuelva a sentirme útil en tu penosa vida! Porque solo así la mía volverá a tener sentido...

Entonces, creo que aquel violín ha tenido por mucho tiempo la cuerda cortada...