A veces me odio. Es un asco que siento hacia mi persona, mis actitudes, mi forma de ser. Cambiar no es tan fácil y si lo hago, dejo de ser yo... ¿El yo qué tanto odio? Normalmente me pregunto si la aberración que tanto siento por mí es la que canalizo como propia siendo que vienen de otras personas, de la gente que me detesta en verdad. Son muchos y, en cierta medida, los comprendo. En verdad, siempre me odio.
No sé qué más hacer. Me siento desesperada, es una sensación de apremio que me acompaña todos los días, desde que abro mis ojos a una madrugada de invierno hasta el último minuto de consciencia de la noche. Ni siquiera sé si en verdad deseo morir.
Es el vacío, es la nada de vivir esta existencia. Es nostalgia, lástima, compasión. Tristeza, abandono... ira, remordimiento. Y digo que soy feliz. Creo que por eso me odio.