-Y, ¿Cómo te ha ido?
Primeras palabras que él le dirigía y, a pesar de ello, estaban cargadas de familiaridad. Sonrió afablemente y decidió contestarle de igual manera:
-Bien, bien. Un gusto conocerte; y a ti, ¿Cómo te va?
-Bien, gracias-curvó sus labios calidamente, como si le conociera ya de tantos años.
"Que confiado es" No pudo evitar pensar mientras se dedicaba a observarle el rostro, analizando cada detalle de él y, después de todo, le resultó particularmente conocido, ¿De dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? "Quizá en una vida pasada... vaya, no, que tonterías" Comenzó a reírse suavemente de aquello, provocando que el chico le viera extrañado:
-¿Acaso te ríes de mí? O... ¿Te avergüenzo?-murmuró suspicaz.
-¿Avergonzarme? Para nada, trato todo el día con gente diferente, después de todo trabajo en una florería. ¿Por qué habrías de avergonzarme?
-Bueno, tú sabes, a lo mejor nadie viene y te pregunta "como estás", ¿O no?
-Para que sepas, existen varios clientes que son bastante corteses al momento de dirigirse a mí, no eres único. ¿No estarás pecando de egolatría?
-Mmmm, quien sabe-se encogió de hombros, misterioso.
-Bueno, señor “Adorable”, ¿En qué puedo ayudarte? Verás que aún hay más clientes por atender-le instó de manera amable y graciosa para que se apresurara un poco.
-¡Ah! Disculpa, veo que la tienda está atiborrada de gente, no quise entorpecer las múltiples ventas-contestó irónico luego de ver a su alrededor y constatar que no había nadie más excepto él. Escuchó un débil suspiro de resignación- Bien, quiero rosas azules, un ramo de ellas, enorme y hermoso…
-Ok, muy bien.
Se acercó a un sector y se agachó para tomar las delicadas flores con sumo cuidado atendiendo al pedido del joven, quien le veía con cierta melancolía. “Él es extraño” Le vio de reojo y comprobó que no le quitaba la vista de encima “Oh, rayos, que cliente más raro… pero creo que le he visto antes. ¿De dónde le conoceré?”
Se alzó y luego se acercó al mesón para terminar de armar el ramo, el cual se formó por unas 40 rosas de color azulado.
-Son preciosas las rosas azules, ¿No crees?- comentó él mientras veía el ramo que le era tendido.
-Lo son, a mi particularmente me gustan, a pesar de que no sean naturales. –suspiró mientras él le pagaba.
-Tienes un muy buen gusto… -se le quedó viendo, distraído y quizá algo triste, hasta mucho tiempo después de haber recibido el cambio.
“Pero, ¿Qué le sucede? ¡Jé! Extraño…”
-Hey, disculpa… ¿Te sientes bien?-le preguntó al rato, luego de notar que no había reacción en él, algo que ya le estaba incomodando.
-Pues claro, me encantas, he de sentirme bien- se le acercó unos pasos hasta quedar muy cerca y, de pronto, le acarició la mejilla con suavidad- Tanto tiempo…
No fue capaz de reaccionar, por lo que simplemente le quedó mirando con una ceja levantada. “Tanto tiempo… ¿Tanto tiempo de qué?... Pero…” Sus pensamientos se detuvieron al momento que fue capaz de percibir su perfume “Madera… madera fresca, ¿Quién es él?” Mil preguntas se arremolinaron en su cabeza, las que fueron cortadas de impulso cuando el joven volvió a llamar su atención:
-Ten, estas rosas son para ti-habló con voz temblorosa y le entregó el ramo sonriendo vagamente, triste- Ojalá que me recuerdes cuando nos volvamos a ver.
-Pu… pues… muchas gracias-no fue capaz de decir más porque su nerviosismo se lo impidió y solo se dedicó a abrazar a las rosas con fuerza, mientras veía como él se alejaba y salía de la tienda con las manos en los bolsillos y con la cabeza gacha.
***
-¿Cómo te fue?-su amigo le preguntó apenas llegando a su lado, mientras fumaba tranquilamente.
-No me recuerda… no tiene idea de nada, no sabe de mí-contestó con voz quebrada, conteniendo las lágrimas- Aún le sigo amando, no sabes cuánto... Después de tres años.
-Ya, relájate, las cosas por algo suceden-le dio una palmada en el hombro a modo de apoyo- Además fue tu decisión alejarte luego del accidente, debes aceptar las consecuencias…
-Lo sé, pero es muy difícil. Por mi culpa sucedió esto, y no quería que me incriminara, no quería que se alejara al saber que yo fui el culpable de aquellas heridas que sufrió en aquella maldita avenida. No quería que me mirara con recelo, por eso… por eso decidí irme cuando supe que ya no me recordaría y solo creería que fue un extraño el que provocó el accidente. Fue por su bien… Dime, ¿Qué habrías hecho tú si provocas un accidente en el que tu novia sale tremendamente herida, todo por tu culpa? ¿No habrías hecho lo mismo?
-No lo sé-le respondió en voz baja-Nadie sabe como actuará bajo presión.
Se quedaron en silencio un rato, ambos viendo la florería fijamente en aquella tarde de invierno.
-Oye, ven. ¿Por qué no vamos a Starbucks? ¡Será relajante!
-Claro, vamos-miró por última vez aquella tienda, vislumbrando a través de los cristales a la persona que alguna vez, hace ya mucho tiempo, le recordó para su cumpleaños.
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